El sistema carece de riesgos para el demandante porque la Corona se hace cargo de las costas del "denunciante", mientras que el "respondiente" –léase demandado– tiene que pagar sus propias costas legales a despecho de cuál sea el veredicto final. Ted Kindos, de Burlington, Ontario, ya se ha gastado 20.000 dólares de su propio bolsillo defendiéndose contra una denuncia "de derechos humanos" y estima que antes de que haya terminado le habrá añadido otras seis cifras a esa cantidad. Kindos es propietario de un modesto restaurante, el Tap & Grill de Gator Ted. ( Tras arduas investigaciones de nuestros reporteros de la Cana(bis)dian chopipress, nos confirman que el citado rest. no ofrece chopitos en su carta - era de esperar -.
¿Qué irrenunciable "derecho humano" violó? Bien, preguntó a un tipo que fumaba "marihuana terapéutica" a la entrada de su restaurante si le importaba no hacerlo. Kindos pensó que sus clientes, entre los que hay niños, no tenían por qué atravesar una nube de humo de porro para acceder a su establecimiento, pero por lo que parece, en Canadá existe un derecho humano a encenderse un peta en la cara de cualquiera. La hierba ajena es siempre más verde, y en este caso el verde del demandante costará a Kindos un montón de verdes. Mientras que para el demandante el coste es inexistente, el demandado se enfrenta a la ruina financiera.
Notarium : El inversor que apueste por la victoria del Chiqui-chiqui en el próximo festival de eurovisión, que sepa que las apuestas estan en 1/70 €. ufff
Un saludo