De esta guisa aparece el famoso Lord Edward, pariente de sir Alfred Guinnes, hermano de Lord Arthur el de las cervezas, en la fachada de su casa solariega en el centro de Toledo. Este individuo era el que tenía la fábrica de vasos que Lord Arthur contrató para servir sus primeras cervezotas a sus compatriotas irlandeses... que desde entonces tienen la naríz roja del pedo perenne que llevan.
Pues bien, este tal Edward era también conocido por pedir chopitos en los pubs de Dublin, ante la estupefacta mirada de los camareros que desconocían tan exquisito manjar. No obstante, Lor Edward, que tenia libras para aburrir, e incluso algunas guineas -conacris que las llaman en Cuenca- mandó traer una pareja de chopitos desde Cádiz al puerto de Londres a un pariente suyo que estuvo en la batalla de Trafalgar y que estaba casado con una levantadora de pesas de balanza romana-pero esto ya es otra historia...-. El caso, es que los dos chopitos, hermafroditas como bien sabemos, sabedores de que el acto de la cópula no está limitado a heterosexuales votantes de Sarah Pallín, se pusieron a bailar el chiki chiki como locos hasta llenar de raciones y raciones las tabernas del barrio del Temple, que desde entonces se denomina Termple Bar, y donde se pueden ahora encontrar chopitos a mansalva, e incluso a buen precio!
Por cierto... el susodicho Lord, no dejaba propina a los camareros, salvo que estos escuchasen pacientemente sus relatos de cuando tenía una olivarera en Nairobi... ¿o era en Toledo...? es igual, una noche le escuche contar uno mientras se apretaba unos chopitos...
Nos lo contó asín:
El aceitunero tahúr
Era tahúr. Profesional del juego de naipes. Jugaba al giley, al cinquillo, a las siete y media y al pocker. Lo que le echasen. Tenía facilidad para las cartas, le gustaba y lo hacía bien. Como tenía además cara de bruto y de mu-de-pueblo, se le daba fantásticamente. O al menos eso decían algunos, que yo nunca jugué con el a nada, ni siquiera al fútbol cuando éramos niños. Su padre reniega de él y de todo lo que le rodea. “De mi no ha podío aprender ná de eso, que yo no se de cartas, sino solo de trabajar en el campo”, dice el viejo. El tahúr tenía ya sus partidas apalabradas por los pueblos de la zona y también hacía exteriores... Tordesillas, Avilés, Benavente, Valdepeñas, Alcázar de San Juan, Talavera de la Reina, Navalmoral de la Mata... me contó que había partidas con un saque de tres mil euros, y que si se le daba bien en una noche podía sacarse 12.000 euros. Así, de plano. Aunque eso era raro que ocurriese... Jugaba con empresarios ludópatas, que siempre hay uno o dos en cada pueblo grande. Partidas de farias y en alguna nave.
Muchas partidas en locales de carretera de la comarca de negocio dudoso, tan triste como turbio. Juega con camioneros, con gente de paso, 60 euros la partida. Cubalibre de Dyc, bocata de calamares y, a veces, algo de grifa. No hay heroína en los naipes. Si se te da bien y hay cuatro jugadores, ganas 240 “lerus” (el los llama así)en una hora, menos la comisión del dueño del club. Dice que el nunca ha conocido a nadie que se jugase fincas, que eso era antiguamente. Que la gente de campo no juega, que bastante le cuestan las cosas, que es mas propio de gente de dinero fácil.
Dice que estuvo en Portugal acompañando a un tratante de caballos de rejoneo y que aguantó casi un mes sin jugar. A nada. Que bastante trabajo tenían y que estaba muy bien pagado. Que al encargado no le gustaba y que tenía prohibido alcohol y juego. El y todos. Aguantó bien, pero al terminar ese trabajo no le volvieron a llamar. Dice que siempre debe llevar 1000 euros encima como mínimo, aunque salga a comprar tabaco a la máquina del bar de la esquina, que nunca se sabe donde salta la liebre, y que cuando menos te lo esperas puedes necesitar enseñar los billetes. Dice que en la época en que era mecánico de cosechadoras, una noche ganó jugando cinco galgos de los buenos. Que el entiende de eso, que se ha andado fanegas y fanegas los domingos de noviembre, de muchos noviembres. Que eran magníficos y que no dudo en hacer la apuesta.
Dice que su dueño no sabía lo que decía cuando se los apostó. Verás mi mujer, decía el perdedor... ¿tu mujer? ¡¡estará encantada de perderlos de vista!!!. Parece que no. Que no estaba tan encantada, que ya había pagado la licencia de caza del año, las vacunas, los sacos de pienso amontonados en el corral y a cambio, sin arroz con liebre los martes. Me lo cuenta con tristeza, pero con un punto de presunción en la mirada. Dice que ha ganado mucho dinero, que ha corrido tierras y kilómetros en coches americanos (de novena o décima mano, eso si) que se bebían el asfalto a cambio de litros y litros de gasolina súper. Que cuando le fallaban los dejaba en la cuneta abandonados. Para que llamar a la grúa.
Nunca ha tenido una pelea. Amagos miles, si, pero nunca ha llegado a las manos. Que su negocio no es pelearse con nadie. Que el es pacífico, que por no llevar no lleva encima ni un cortaúñas. Que cuando gana se va discreto y sin aspavientos, sin prisa pero sin pausa, que las cicatrices que tiene son de la infancia o de cuando ha trabajado en el campo. Dice que le ha cambiado la suerte. Que ya siempre pierde. Dice que si tengo trabajo que darle. Dice que en los últimos meses ha perdido todo lo ganado en el año.
Dice que le han quitado al custodia de su hija. Dice que su exmujer (una exprostituta de club de carretera) se ha querellado contra el por malos tratos, y que no fue el quien le puso el ojo morao. Dice que si le quiero defender, que me paga trabajando en el campo, podando, lo que sea. Mi tractorista no quiere ni verle. Que le conoce desde la escuela y no es de fiar. Que su padre es buen hombre, si, pero que el hijo está echado a perder. Que es un hervidero de líos, de problemas. Que bebe demasiado. A veces, Tenessee no está tan lejos (*)
El camarero, que había escuchado atentamente quedó atónito... 10 eurazos de propina!
Que mundo! Dios!
Saludos chopiteros!
(*) relato cortesía de duralex un chopicuentista de primera!
10 comentarios:
ya, ya, ya...
pues esta historieta de campo y autovía, te la cuento delante de una de chopitos (virtuales), tron, que empezar la recolección siempre me inspira alguna historieta semi-real.
Historia: El aceitunero tahúr.
Era tahúr. Profesional del juego de naipes. Jugaba al giley, al cinquillo, a las siete y media y al pocker. Lo que le echasen. Tenía facilidad para las cartas, le gustaba y lo hacía bien. Como tenía además cara de bruto y de mu-de-pueblo, se le daba fantásticamente. O al menos eso decían algunos, que yo nunca jugué con el a nada, ni siquiera al fútbol cuando éramos niños. Su padre reniega de él y de todo lo que le rodea. “De mi no ha podío aprender ná de eso, que yo no se de cartas, sino solo de trabajar en el campo”, dice el viejo.
El tahúr tenía ya sus partidas apalabradas por los pueblos de la zona y también hacía exteriores... Tordesillas, Avilés, Benavente, Valdepeñas, Alcázar de San Juan, Talavera de la Reina, Navalmoral de la Mata... me contó que había partidas con un saque de tres mil euros, y que si se le daba bien en una noche podía sacarse 12.000 euros. Así, de plano. Aunque eso era raro que ocurriese... Jugaba con empresarios ludópatas, que siempre hay uno o dos en cada pueblo grande. Partidas de farias y en alguna nave. Muchas partidas en locales de carretera de la comarca de negocio dudoso, tan triste como turbio. Juega con camioneros, con gente de paso, 60 euros la partida. Cubalibre de Dyc, bocata de calamares y, a veces, algo de grifa. No hay heroína en los naipes. Si se te da bien y hay cuatro jugadores, ganas 240 “lerus” (el los llama así)en una hora, menos la comisión del dueño del club.
Dice que el nunca ha conocido a nadie que se jugase fincas, que eso era antiguamente. Que la gente de campo no juega, que bastante le cuestan las cosas, que es mas propio de gente de dinero fácil.
Dice que estuvo en Portugal acompañando a un tratante de caballos de rejoneo y que aguantó casi un mes sin jugar. A nada. Que bastante trabajo tenían y que estaba muy bien pagado. Que al encargado no le gustaba y que tenía prohibido alcohol y juego. El y todos. Aguantó bien, pero al terminar ese trabajo no le volvieron a llamar.
Dice que siempre debe llevar 1000 euros encima como mínimo, aunque salga a comprar tabaco a la máquina del bar de la esquina, que nunca se sabe donde salta la liebre, y que cuando menos te lo esperas puedes necesitar enseñar los billetes.
Dice que en la época en que era mecánico de cosechadoras, una noche ganó jugando cinco galgos de los buenos. Que el entiende de eso, que se ha andado fanegas y fanegas los domingos de noviembre, de muchos noviembres. Que eran magníficos y que no dudo en hacer la apuesta. Dice que su dueño no sabía lo que decía cuando se los apostó. Verás mi mujer, decía el perdedor... ¿tu mujer? ¡¡estará encantada de perderlos de vista!!!. Parece que no. Que no estaba tan encantada, que ya había pagado la licencia de caza del año, las vacunas, los sacos de pienso amontonados en el corral y a cambio, sin arroz con liebre los martes.
Me lo cuenta con tristeza, pero con un punto de presunción en la mirada. Dice que ha ganado mucho dinero, que ha corrido tierras y kilómetros en coches americanos (de novena o décima mano, eso si) que se bebían el asfalto a cambio de litros y litros de gasolina súper. Que cuando le fallaban los dejaba en la cuneta abandonados. Para que llamar a la grúa.
Nunca ha tenido una pelea. Amagos miles, si, pero nunca ha llegado a las manos. Que su negocio no es pelearse con nadie. Que el es pacífico, que por no llevar no lleva encima ni un cortaúñas. Que cuando gana se va discreto y sin aspavientos, sin prisa pero sin pausa, que las cicatrices que tiene son de la infancia o de cuando ha trabajado en el campo.
Dice que le ha cambiado la suerte. Que ya siempre pierde. Dice que si tengo trabajo que darle. Dice que en los últimos meses ha perdido todo lo ganado en el año. Dice que le han quitado al custodia de su hija. Dice que su exmujer (una exprostituta de club de carretera) se ha querellado contra el por malos tratos, y que no fue el quien le puso el ojo morao. Dice que si le quiero defender, que me paga trabajando en el campo, podando, lo que sea.
Mi tractorista no quiere ni verle. Que le conoce desde la escuela y no es de fiar. Que su padre es buen hombre, si, pero que el hijo está echado a perder. Que es un hervidero de líos, de problemas. Que bebe demasiado.
A veces, Tenessee no está tan lejos.
duralex,
te has ganado una estrellita en el techo... de esas fosforescentes que venden los chinos del todo a 100... así que esta historia va al post! me ha parecido francamente.
Saludos chopiteros!
no se merecen las francamentes.
A mandar.
duralex,
es cierto..., ha estado verdaderamente.
Navidades chopiteras!
Francamente.
Mal que les pese a los entes locales, el registro de la propiedad prevalece sobre el catastro. Mientras el Registro refleja la propiedad, el catastro unicamente tiene efectos fiscales. Si bien es cierto que la titularidad catastral conlleva una presunción de propiedad iuris tantum, mientras no se demuestre lo contrario, tal presunción se destruye, precisamente, por la titularidad registral de persona distinta.
Feliz navidaZ
Verdaderamente.
No entiendo como si eres el titular registral dices que tienes el derecho de siembra. Joder, si eres el propietario tienes todos los derechos. Otra cosa es que un tercero te limite tu derecho dominical, pudiendo pasar por tu finca, o, como es tu caso, pudiendo meter un rebaño para que las ovejas aprovechen la rastrojera. Evidentemente si no siembras, no hay rastrojera, y nadie te puede obligar a que siembres para poder ejercitar su derecho de rastrojera. Y si el contrario no tiene rebaño, difícil defensa tiene, por mucha mesta y mucha gaita de la edad media.
Lo disho. Feliz navidaZ.
p/s: fun, fun, fun (a fun-fun, a fan-fan. Siniestro Total Duxit.)
Fe de ratas de dos patas: donde dice duxit, no dice duxit, sino dixit
Pixie y Dixie, dixit.
Juas.
duralex,
háztelo mirar... francamente.
Felisses fiessstasss, salud chopitos y rép... uy esto era de otra cosa, no?
Oooohhhh !! impresionantemente la nueva narrativa mesetaria.
Congratulations
Felices Mestas
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